viernes, 15 de junio de 2018

Cuando terminas




 El tipo humano que se hace llamar mi amo ha terminado otra de sus novelas. A unos les da por matar el tiempo jugando con la tablet o el móvil, a otros les gusta ver series, que está de moda y parece más cultureta, y luego están los que leen, escriben cosas y pierden el tiempo miserablemente. 

Sin embargo, hay todavía otro grupo de gente, marginal, en declive, pero orgullosa, que son los que hacen todo lo dicho arriba mientras toman un café con cruasán en una terraza. Son los héroes de mi amo. 
Como ven, no es que persiga modelos de virtud. Pero nunca consigue imitarlos, siempre que se sienta en una terraza se acaba manchando de migas, café o tirando algo al suelo. Es desesperante. Así que, vuelve a casa y acaba espatarrado en el sofá, conmigo encima, tecleando en su portátil mientras esquiva mi cabeza curiosa y soporta mis mordiscos en sus muñecas. De esta manera patética, suspirando por la vida bohemia de las terrazas de los cafés, ha terminado otra de sus absurdas novelas. Porque es de los malvados que piensa que siempre es mejor una página mala que una en blanco.  

Queda ahora ese paso tan desconocido para el lector de ponerla en circulación. Como ya saben, mi amo adora los nuevos tiempos de difusión personal, sin intermediarios, sin plazos, sin exigencias, y defiende el estilo amazon de publicar lo que te venga en gana, al precio que te dé la gana y que la gente pase de ti o te escoja (en su caso, suele ser lo primero). Es un puñetero liberal de la tinta electrónica e impresa. Aunque, políticamente, sea mi vasallo y me haya jurado obediencia sin saberlo.

 Por supuesto, mi amo no niega que ser seleccionado y publicado por una editorial tiene el glamour de lo clásico y del orgullo satisfecho, pero si no es de las empresas que tienen una gran red de distribución, la difusión de la obra es incluso menor que si lo haces al estilo amazon. 

 Así que temo que en poco tiempo vuelva a torturarlos con alguna publicación nueva, de fácil descarga, imposible de evitar para los incautos. O quizá tarde meses en hacerlo y la guarde un tiempo en su memoria virtual, mientras se pone a otras cosas, porque lo bueno de ir a tu ritmo es que no hay prisas nunca.

De eso los gatos sabemos mucho.