viernes, 8 de febrero de 2019

Fobia redisocial



 El bípedo que se hace llamar mi dueño, el que publica de vez cuando historias, tiene pensamientos muy curiosos para el tiempo en que vivimos. Hasta ahora solo estaba apuntado a una red social, Google+, justo la que va a desaparecer por el poco uso que se hace de ella. Quizá por eso le agradaba, ya que no soporta el barullo de las redes sociales que tanto ama la gente del mundo post-post-moderno.

 En su caso es algo problemático. Pues escribe historias y hoy en día si no apareces en la red hablando de lo que escribes, de lo que lees y ojeas, comentando tu proceso creativo en un blog y soltando pensamientos maravillosos por twitter, es que no escribes en serio o eres un misántropo encerrado en su torre de tinta, ajeno al mundo del lector verdadero. Aunque, la gran mayoría, lo único que escriben es lo que ponen en esos medios y luego lo juntan en un libro.

Las redes son, ante todo, presente que se esfuma, por tanto gustan de la frase impactante, normalmente expresando una idea superficial, pero disimulada en una frase más o menos elaborada. Antes se llamaba una frivolidad, ahora es literatura.

Sí, no niego que hay grandes figuras intelectuales que alaban las redes. Hasta Umberto Eco llegó a decir que con Twitter, no hubiera existido Auschwitz. Aunque, conociendo a los humanos como solo un gato puede hacerlo, a mí me parece una opinión demasiado optimista, y que, más bien, con Twitter se hubiese mejorado el proceso de ejecución en menos tiempo.

Las mismas editoriales se han rendido a esta vorágine, para poder sobrevivir ante el lector milenial,  que lee más blogs y tuits que libros, en sus escasos intermedios de descanso entre series y videos de youtube. Así que ahora buscan nuevos nombres que premiar entre los autores de blogs egotistas sobre la dureza de la creatividad y la dura vida del escritor en ciernes, o entre los tuiteros que se denominan poetas y son dueños de cadenas de mensajes emotivos sobre la existencia, el tú ya sabes, sé tú mismo, aflora al exterior, ten pasión y gosa del mambo, mi amol.
El signo de los tiempos.

 Mi dueño prefiere escribir en silencio. Lo que tiene que contar lo pone en sus obras, que le cuestan esfuerzo y no quedan luego ganas de comentarlo en las redes. Prefiere pasar su tiempo libre en otras ocupaciones más solitarias, que le impiden conseguir likes, retuits y simpáticos haters. Además, al publicar por su cuenta en Amazon, no necesita seguir las directrices de ninguna editorial sobre relaciones con los lectores del mundo post-post-moderno. Así que se ha vuelto un marginado social, un excluido de la redes etéreas que gobiernan el buen gusto de la sociedad. Y tan a gustito.

 Yo pienso que es una buena elección. Pero claro, los gatos no es que estemos predispuestos a una vida social abundante. Mi juicio está acotado por mi naturaleza depredadora y solitaria... la misma que ahora demanda un poco de atún.