lunes, 25 de abril de 2022

Los recuerdos son como una lata de atún vacía

 


 Mi humano anda estos días recogiendo en casa de su difunta madre recuerdos de su niñez y juventud. En estos casos, los humanos se vuelven melancólicos y divagan sobre tiempos pasados, porque los bípedos tienen la manía de examinar a menudo su memoria, incluso se quejan de ella, pero oirás a pocos hacerlo de su inteligencia. 

 Normalmente, los tiempos pasados los consideran mejor que los actuales, lo cual, si se piensa un poco, es una confesión de que sus vidas han sido una mierda. Sin embargo, los que tienen gatos, no se dan cuenta de que tenerlos en el presente, sin haberlos tenido en el pasado, es todo un mérito y pueden dar su vida por realizada.   

  Por otra parte, mi humano es de los que piensan que el pasado debe quedarse en su sitio, que es atrás, y cualquier recuerdo no es más que una interpretación, en general, positiva, de momentos dispersos, imágenes fugaces, que gracias a otro recuerdo, un objeto, una foto de una fiesta, o un olor a papel viejo, despiertan de repente. Son la parte visible del iceberg de momentos que está sumergido en nuestra memoria, y que en sus olas se acabará diluyendo. 

 En fin, que todos somos una rutina en continuo olvido, que despierta de vez en cuando para recordar alguna tontería que se considera muy importante. Para alegrarte el día o para maldecirlo.

 Está claro que mi influencia felina ha mejorado las defensas de mi humano ante la melancolía de los tiempos pasados, que no deja de ser una enfermedad de espíritu. Por eso los gatos vivimos en un continuo presente y usamos la memoria solo para que no nos pillen las mentiras. Porque los mentirosos deben tener buena memoria y excelentes recuerdos inventados. Si lo sabré yo.