viernes, 28 de diciembre de 2012

Terra Nova


   

  En estas fechas entrañables para los humanos, mi amo insiste en amargarles la vida con otro de sus personajes secundarios que escribe en el blog Tabula que no importan a nadie. Pero como es mi costumbre, yo lo indico y paso a cosas más importantes.
Ya saben ustedes que soy un gato aficionado a la fantasía y la ciencia ficción, temáticas literarias que están viviendo un boom en los últimos años de crisis de la realidad establecida y angustias por el porvenir, que se anuncia nada halagüeño pese a las sonrisas dentríficas de nuestros ministros en los telediarios. 
 Este boom no es tan pronunciado en España, donde la crisis, mucho más profunda, ha cerrado varios proyectos y editoriales, pero favorece el deseo de riesgo entre editores, por lo que ha salido al alcance de la jauría lectora una nueva antología de ciencia ficción, con visos de perdurabilidad, gran dispendio en la edición y un experimentado equipo detrás, como son Mariano Villarreal y Luis Pestarini: Es la antología Terra Nova
Una muestra de su calidad es la selección de cuentos, escritos por una selección de los mejores autores del panorama internacional (Ted Chiang, Ken Liu, Ian Watson) y del mundo hispano (Victor Conde, Juanfran Jiménez, Lola Robles, Erick J. Mota y Mira de Echeverría). Un lujazo de conjunto que despierta mi instinto de lector depredador. Además, también tiene versión digital descargable.
No fue difícil hipnotizar a mi amo para que comprara el libro, bastó con una miradita de gatito bueno y cariñoso, que se me dan de maravilla. Lo difícil ahora es deshipnotizarlo para que me lo deje leer, porque el muy acaparador no lo suelta ni cuando come esos horribles pasteles llamados polvorones, típicos de estas fechas, y que más de una vez lo han dejado al borde de la muerte; porque tuerce la mirada al libro y entonces se le atraganta el pastel en la boca, tose, escupe como un bombardero y se empieza a poner violeta, a soltar gorgoritos y a girar los ojos que me parto de risa desde mi atalaya sobre la estantería.
Cuando se convulsiona por los suelos, agonizando, ya es lo máximo. Lástima que su mujer aparezca siempre y le salve la vida con unos palmaditas en la espalda.
Pero soy paciente. Ya llegará el momento en que pueda leer la antología.
Mientras, les deseo feliz año.

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