viernes, 4 de julio de 2025

Ilusiones de verano

 




 Trs varios meses, mi soñador humano sigue en su cruzada lúdica, dispuesto a que informáticos de diversos países, testeadores yanquis de juegos, algún que otro español infiltrado y artistas digitales perezosos, se coordinen de alguna manera para acabar un juego estratégico sobre la Guerra Civil de aquí.

Todo esto mientras intenta acabar una novela, a la que a veces se acerca sin recordar por donde la había dejado. Es estupendo.

Pero no le voy a quitar su ilusión estival, porque me encanta la gente que piensa que el mundo es un desafío maravilloso en el que se cumplirán sus sueños más tarde o más tempano. Luego se estampan contra la realidad, que es lo más sincero que existe, suspiran resignados y, finalmente, adoptan un gato. A veces un perro, pero esos son unos enfermos. 

 Aunque hay incurables que siguen pensando que el mundo está ahí, a la espera de cumplir sus deseos, lo que pasa es que la gente no comprende su genialidad. Estos humanos son un peligro. Suelen degenar en profetas o, peor todavía, en políticos comprometidos con sus ideales, casi siempre totalitarios, pero que suenan bien si los adornas con discursos dramáticos. Porque los humanos valoran más la tragedia que la comedia. Los griegos ya lo sabían y no paraban de escribirlas. 

 Ya veré en qué acaba esta historia, mientras me desentiendo, me estiro al sol y disfruto del verano. 

jueves, 6 de marzo de 2025

Gueim Disaigna

 



 Mi humano lleva un tiempo agitado, porque se ha metido en la elaboración de un videojuego de estrategia militar. Es como si una sardina se pusiera a estudiar mecánica cuántica... y en inglés, pero no seré yo quien le disuada de tan loca ilusión. 

Las circunstancias que le han llevado a esta situación épica han sido la casualidad de conocer en un foro a un desarrollador de un juego sobre la guerra civil española, el cual buscaba a un español medio que tuviera idea del tema. Su ansiosa búsqueda de un españolito se debía a la lógica del marketing de meter un indígena en el equipo de desarrollo para parecer más auténtico... y de paso que pula las palabras en castellano del mapa y de lo que vaya surgiendo. 

 De esta manera, mi humano es ahora Game Designer (diga "gueim disaigna") de un juego sobre la matanza doméstica entre españoles de hace 90 años y recibe preguntas de yanquis informáticos como si fuera el historiador Paul Preston, el Beevor o un Tácito del Mercadona. Va a ser glorioso.

Les seguiré informando de esta fantástica y surrealista aventura. Por lo demás, espero que su nueva locura lleve a una mejora en la calidad de mis latas de atún.