viernes, 9 de enero de 2015

El Informe Hitler



 No hay nada como pasar las fiestas navideñas leyendo algo que no tenga que ver ni en lo más remoto con tales festividades humanas, que me agobian sobremanera. 
 Esta obra cumple a la perfección tal misión. Es el informe que la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) elaboró para el mismísimo Stalin a finales de los años cuarenta y que este guardó en su archivo privado. No es una obra cuyo objetivo fuera la publicación. Es una obra escrita según los gustos del mandamás soviético, que siempre tuvo cierta fascinación por su rival alemán, sobre todo por sus métodos para controlar a su pueblo y partido. 
 La obra se basa en los interrogatorios, a veces violentos, realizados a Otto Günsche, ayuda personal de Hitler, y a Heinz Linge, Jefe de su Servicio Personal. Dos nazis de segunda línea pero muy cercanos al Führer en su vida cotidiana, hasta el límite que ambos fueron quienes incineraron su cuerpo y el de Eva Braun.
 Es un informe que indaga principalmente en la forma de pensar y mandar del jerarca nazi, que es lo que interesa a Stalin. No es una biografía, es un informe de la personalidad y sus reacciones a los hechos que van desde su llegada al poder hasta su suicidio en el búnker. Son justamente los meses finales del búnker los que ocupan casi la mitad del informe, como si Stalin estuviera muy interesado en la época final de su enemigo y en saber cosas de su muerte.  
 Los que escriben el informe conocen a su jefe e intentan siempre mostrar la superioridad e importancia del ejército rojo en la guerra mundial. Los aliados occidentales parecen comparsas en la guerra; se citan todos los comentarios de desprecio de Hitler hacia ellos e incluso se les considera de poco fiar, pues cada dos por tres se mencionan supuestas reuniones de los alemanes con ingleses y americanos para hacer un armisticio.  También se les acusa de ser sospechosamente lentos en crear un segundo frente. En fin, todo lo que Stalin acusaba de ser a sus aliados.
  Por otra parte, Hitler se nos muestra como un tipo con facilidad de palabra y carisma, pero cruel, megalómano ("no tengo descendencia porque los hijos de los genios son unos cretinos") y obsesionado con los judíos, rodeado de una pequeña corte de incompetentes y aduladores de un nivel intelectual bajísimo y una catadura moral deleznable, que acabarán dejándolo solo cuando las cosas se tuerzan.
 Un líder que pide sumisión total a sus hombres pero que es muy educado en privado y de gustos muy sencillos; vegetariano, no fumador y abstemio, que se relaja paseando a su perra Blondi, tomando el té con Eva Braun y sus amigas, que escucha operetas antes de dormir y suele levantarse muy tarde, casi al mediodía. "De hábitos burgueses" según el informe.
 Pero que se convierte en un ogro déspota en las reuniones informativas sobre la guerra, que siempre son al mediodía y por la noche. Para Hitler, la guerra se la pierden sus generales, que no comprenden nada de la guerra moderna y que no tienen suficiente espíritu... por lo menos no lo tienen delante de él. Es casi divertida la escena en que el jefe del Estado Mayor Guderian le presenta el balance de la situación en el caótico frente oriental balbuceando las palabras porque está hasta las cejas de coñac, que ha tomado a raudales para darse ánimos antes de presentarse ante Hitler.
Son estas anécdotas de primera mano las que dan color e interés al informe, que está escrito en un estilo fresco, directo, con diálogos mayormente inventados, para agradar y no aburrir al todopoderoso Stalin. En algunos momentos alcanza un nivel de pura literatura, como cuando se nos describe a Hitler en el búnker, acariciando al cachorro de su perra Blondi, ajeno al mundo, mientras las bombas caen  a cientos sobre todo Berlín.
 Una obra estupenda, quizá el mejor informe escrito por un servicio secreto (que sepamos, claro), y una muestra más de la importancia de las obsesiones entre los humanos y su capacidad para dominarlos.
 Es grande ser un gato.









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