lunes, 11 de abril de 2016

Cambio de existencia



Pues la novedad de este mes es que he muerto. 
Podía ser un poco más retórico, pero en mi opinión hay temas que no admiten rodeos y deben decirse de una forma tan definitiva como la situación a tratar.
 He muerto por una enfermedad bastante normal entre los gatos. No ha sido un proceso glamuroso y les evito detalles tristes. Digamos, solamente, que no es agradable morir... aunque tampoco es que se acabe el mundo. 
 Muchas creencias y religiones humanas niegan que los animales, incluidos los gatos como yo, tengan un alma o una esencia similar. Consideran que somos poco más que cosas que se mueven y dan arañazos. Bueno, también defienden que Dios se apareció en forma de zarza ardiendo o que lapidar mujeres adúlteras no es tan salvaje como parece. Están en su derecho a ser gilipollas. 
Yo les puedo decir ya, a ciencia cierta, que tengo alma con bigotes y que la vida no es muy diferente a este lado que al otro. Solo que en vez de vivir el tiempo, vivo la eternidad, que de largo es mucho más aburrida y tan plana de sucesos como un lago de sal. 
 Aunque decía Platón que la Eternidad es la perfección del tiempo, debo de opinar en contra de tan distinguido filósofo, porque de perfecta tiene poco: No hay atún ni galletas de buey, no hay sofás ni camas que rascar, no hay humanos que arañar... bueno, hay bastantes, pero son tan etéreos que no hay manera de marcarlos. Realmente no hay nada en la Eternidad, excepto ella misma. 
Me aburro tanto que hasta echo de menos a mi amo, lo confieso, aunque sea humillante. Sé que él estará triste y me echará de menos, lo cual es lógico, dado mi magnetismo personal, pero ya le tocará su turno, como a todos; es cuestión de paciencia, y luego podré ronronear de nuevo en su regazo, per aeternitatem, como decían los clásicos. Así que no me da mucha pena su estado alicaído. Lo único bueno de la Eternidad es que por aquí acabamos vagando los viejos conocidos.
  Además, que me haya muerto no significa que deje de escribir en este blog. Haría falta algo mucho más gordo que un hecho tan circunstancial como la muerte. Claro que donde me encuentro ahora el tiempo no es muy cotizado ni pasa muy aprisa, así que quizá lo que para mí sea un suspiro para ustedes parezca un siglo. Quedan avisados. 
 Pero seguiré dando guerra, no lo duden, comentando mis cosas y mis lecturas felinas. 

Lo peor es la falta de atún... ¿adónde van los atunes muertos?

     



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